"Hay un conocimiento reptil, un conocimiento Dragón"
Ciruelo Cabral tiene algo de dragón y todo dragón tiene algo de Ciruelo Cabral. Sus ilustraciones han redefinido un mundo que pedía de sus trazos para mantenerse vivo y, de alguna manera, eso va un poco más allá. El arte es parte de los misterios y todos los misterios tienen mucho de arte. Entre ellos, nuestro entrevistado y amigo sirve de embajador para conectar todos los mundos e incluso mover esa fibra íntima que nos hace soñar.
En definitiva, conociendo la naturalidad de su obra —esa sensación de realidad desvelada que transmite—, no esperaba menos que enterarme de que siempre ha sentido más o menos lo mismo respecto a esa conexión: “No hubo un día en el que dije “mi vida cambió por tal cosa”, mi vida siempre fue esta, no tuve ningún disparador de nada. Desde muy chiquito me sentía muy atraído hacia el mundo del arte y sus manifestaciones y sobretodo las temáticas del misterio”, dice con esa calma que le pausa las palabras. “La vida me fue llevando por los lugares por los que yo había planificado que me tenía que llevar y aquí estoy, llevando el mensaje del dragón por el mundo. Vivo en una ciudad que es “la del Dragón” (Barcelona, España), porque allí es una figura importantísima, no es solo un elemento de la mitología o la fantasía sino que pertenece a su tradición más profunda”.
Los dragones han sido parte de nuestras infancias —y no tanto—, mostrando sus bestiales cualidades en la literatura, films, música y juegos. Son, sin duda, de las criaturas fantásticas más promocionadas por nuestra hiperlógica sociedad occidental y, por qué no, una constante referencia a un pasado que nos gustaría haber vivido. Todos soñamos alguna vez con marchar vestidos de caballeros de brillante armadura, acompañados por dragones a la conquista de una tierra perdida. Pero más allá de lo que la cultura popular propone, la figura del dragón contiene significados profundos, de esos que van directo a la médula de los primeros sueños humanos.
“Pertenecen y a nosotros nos llegan desde las leyendas y la mitología de diferentes culturas ancestrales —dice Ciruelo— y lo entendemos de la manera que podemos. Obviamente nuestra cabeza occidental ya está orientada a entender leyendas y mitologías de un punto de vista que nos significa: “sinónimo de fantasía”. Sin embargo, Ciruelo destaca que para civilizaciones milenarias y actuales —como Mayas, Aztecas y Aymarás— la palabra mitología significa otra cosa: “Esta mucho más cercana o más presente, y se relaciona directamente con la historia y no con la leyenda o la mentira”.
Es interesante pensar en las culturas milenarias y en su relación con la mitología. En tiempos de la protohistoria —y mucho después también—, los mitos se han encargado de dar sustancia y sentido a muchos de los eventos del hombre. Cierto es que mientras en tiempos pasados apenas se cuestionaba la veracidad de estas historias, en la actualidad nos encontramos atacados —me incluyo— por un racionalismo que muchas veces ronda lo excesivo; se desaprueba aquello que nos haga soñar. Soy de la idea de que es deber del hombre, sea cual fuere su condición, el recuperar la capacidad de fascinarse por lo desconocido y considerar la posibilidad de que en lo extraño no se encuentre solo el delirio sino también la puerta a una suerte de biblioteca perdida, que espera por ser aprovechada. “En Europa la mitología tiene raíces en culturas muy antiguas —aclara Ciruelo—, incluso los griegos y antes, en la cultura sumeria, y también con los egipcios en el continente africano. Y por supuesto, ni hablar de las culturas orientales, ya sabemos que para ellos la palabra mitología también es diferente. Allí tiene otra trascendencia… casi religiosa, mística y relacionada con los mismos orígenes”.
Ciruelo nos cuenta que para él es fundamental narrar la historia de los dragones latinoamericanos. Entre presentaciones, exposiciones y conferencias, Ciruelo Cabral se ha convertido en uno de los más importantes representantes no ya solo del arte, sino de algunos los mitos de las culturas precolombinas. Contar estas historias no solo es importante, se transforma en un acto fundamental para la perpetuación de las tradiciones orales americanas.
“Las culturas precolombinas son las que más me interesan y de las que puedo hablar con cierta autoridad y cercanía. Además, en Europa y Estados Unidos no las conocen y aquí también tenemos dragones. Obviamente, comenzando por los Mayas y Aztecas con sus serpientes emplumadas como Kukulkán o Quetzalcoatl. Los Incas tenían también sus serpientes aladas y, algunos Aymará me remarcaron, las hay sin plumas y tienen otras características. Recuerdo conversar con un chamán que hablaba muy concretamente acerca de las diferencias entre ellas”.
Serpientes emplumadas y serpientes aladas, dos tipos específicos de criaturas mitológicas precolombinas que conectan con la idea más primigenia del dragón. Estas culturas ancestrales también encontraron en estas figuras reflejos de un poder supremo, como en una historia que nuestro entrevistado recoge de entre los mismísimos mapuches de la Patagonia argentina: “No hace mucho, en el año 2005, estaba comenzando a escribir el libro “Hadas y Dragones” cuando me topé con leyendas del pueblo mapuche de la Patagonia. En un viaje que hice a San Martin de los Andes me encontré con historias acerca de dos grandísimas serpientes aladas que están en las bases mismas de la mitología Mapuche y que relacionan directamente al mito del diluvio universal”. Ciruelo continúa explicando que mientras que una expresaba su cólera haciendo subir las aguas, la otra fue enviada —a pedido del hombre— por los dioses, para balancear estos poderes desde la cima de una montaña. Una historia que no solo habla de la relación de nuestros ancestros con los elementos de la naturaleza, sus fuerzas y vaivenes caprichosos, sino del equilibrio y la vulnerabilidad frente a estos arquetipos. “Esto es lo más cercano que tenemos en materia de dragones y mucha gente no lo sabe. Porque, obviamente, las serpientes aladas o con plumas están relacionadas con dragones… son dragones”.
REALIDAD Y MITO EN LAS CULTURAS ANDINAS
Le pregunto a Ciruelo si es que en las culturas andinas se da esta separación férrea de “mitología vs realidad”, o si es que se parecen más a los orientales, quienes tienden a tomar los mitos como algo bastante real: “Esa es la pregunta del millón, porque tiene que ver con cómo nuestra cultura nos hace percibir el entorno, y ahí es donde está la clave de todo. Actualmente la física cuántica y una serie de movimientos que están relacionados con los descubrimientos científicos más avanzados nos hacen notar que la realidad es una percepción particular y propia; no es una cosa objetiva. Todo es subjetivo”.
De acuerdo con Ciruelo acerca de nuestra pobre capacidad objetiva vuelve esta pregunta que ronda siempre por dentro: ¿Cuánto llegamos a percibir del mundo ahí fuera? Y cuando hablo de afuera me refiero a más allá de nuestra piel, nariz, ojos, oídos y lengua, esas herramientas que el cerebro utiliza para —más o menos— enterarse de lo que sucede. Si a eso sumamos los filtros culturales que cargan todo de interpretaciones, se me ocurre que bien podemos estar más alejados de lo que pensamos de encontrar la realidad cruda y dura que decimos vivir. “Todas las culturas tienen una manera de interpretar el entorno y esa manera hace que cada individuo de esa comunidad tenga una visión general, y otra particular, que tiene que ver con la personalidad. Pero por lo que yo sé, siguen manteniendo esta cosmovisión ancestral. Para ellos, la naturaleza, la Tierra y el universo, son más amplios de lo que nosotros podemos entender. No solamente existen los seres o las especies físicos con los que cohabitamos el planeta sino que hay muchísimas otras especies que son no-físicas, pertenecientes al mundo de los espíritus y con los que también convivimos… pero que se mantienen en otra dimensión. Y ahí es donde está la otra explicación clave para cuando me preguntan: ¿Dónde crees que viven ahora los dragones? Una de las respuestas que suelo dar es que habitan dimensiones paralelas. No solamente los dragones sino un montón de seres por igual mágicos o misteriosos”.
Se me ocurre que si bien debemos intentar racionalizar lo que sucede para comprender mejor el entorno y los estímulos que llegan, no debemos olvidar que —insisto— tenemos cinco sentidos. Claro que resulta que en los estados alterados de conciencia podemos perfectamente “soñar” que utilizamos estos sentidos en otro mundo, en otra dimensión. Me parece que, muchas veces, terminamos en el terapeuta a causa de ese mismo intento de ser racionales y nos olvidamos de que existen muchas respuestas, como bien dijo Ciruelo, por cada pregunta que nos hacemos.
ARTISTAS SOMOS TODOS
Ciruelo destaca que muchas veces se utilizan rótulos muy férreos para etiquetar distintos aspectos humanos: espiritualidad, mitología, religión... aunque él prefiere buscar un “todo”, y lo llama arte: “Todos somos artistas y te doy un ejemplo: existe una fase en la que estoy creando como artista, pero la primera fase no involucra el producir, el hacer. En realidad involucra observar hacia adentro, percibir con ojos externos e internos —llamémosle la glándula pineal— y esa primera parte me parece fundamental. No involucra la técnica, ni la habilidad que tenga uno para representar y allí es donde está el germen del arte y esa fase la tenemos todos. Incluso, como bien decías Fernando, el punto en el que más experimentamos la realidad, de un modo concreto y directo, son los sueños. Todo el mundo sueña. Claro que después viene la fase de contar o no el sueño, de poder incluso recordarlo, esa es otra cuestión. Pero la primera fase es simple: todos soñamos, todos sondeamos en el universo con unos ojos interiores, con una cantidad de sentidos que exceden a los tradicionales”, dice antes de agregar que: “Entonces mi enfoque, lo que le digo siempre a la gente es que no consideren que artistas son ciertas personas dotadas, sino que consideren que todos somos artistas. De hecho, si uno toma a cien niños de entre 3 y 5 años sus actividades normales son arte puro. Todos los niños son artistas por naturaleza. Después tenemos que aprender ciertas cosas para manejarnos en sociedad y ahí llegan los problemas y los obstáculos que comenzamos a ponernos”. En ese sentido, profundiza dejando en claro que no le parece que lo técnico, en el arte, cumpla un rol primordial: “En realidad, no crean que es más importante adquirir conocimientos, técnicas, habilidades… sino despojarse para recuperar las técnicas, la habilidad, recuperar aquello que ya teníamos”. “La sociedad actual está enfocada en hacernos piezas en una cadena de montaje más que creativos”, añade, “Eso debe quedarnos claro, porque nosotros no vinimos a este planeta a estar 10 horas sentados en una oficina haciendo algo que no gusta. Es lo más alejado de la misión que tenemos como seres humanos”.
PLANETA REPTIL
“Se dice que bajo el lago Titicaca existe un gran dragón que en cualquier momento va a despertar. Esta es una leyenda en la que se habla del retorno de Quetzalcoatl, el retorno de muchos de estos dragones que prometieron volver y fueron grandes maestros de un número de culturas” comienza diciendo Ciruelo, en una vuelta de tuerca sobre la charla que ya habíamos iniciado respecto a los dragones en la mitología precolombina. Pero los datos intrigantes no se quedan ahí.
La tribu de los Dogones es mundialmente conocida por sus historias, las cuales hablan de un contacto con seres venidos desde la estrella Sirio. Esto no sería nada descollante si sus narraciones no detallaran que se trata de un sistema binario (dato imposible de corroborar sin avanzados telescopios) en el que además de la mencionada estrella, se acopla Sirio B, una enana blanca. Nadie se explica cómo pudieron saberlo pero sus chamanes sostienen que el conocimiento es legado de los contacto con estos “dioses” venidos del espacio. Claro que Ciruelo tiene algo para contarnos, bastante inédito: “Recuerdo que una vez, dando una conferencia, un Príncipe de la tribu Dogón —a quien conocía de antes— y tras escuchar mi exposición en la que me acompañaban un Maya y un Inca, pidió subir nuevamente al escenario. Entonces dijo que aquello no lo había dicho nunca, era casi un secreto de su cultura: “los que vinieron de Sirio, a enseñarnos y se convirtieron en nuestros maestros, eran dragones”. Y fue algo que me impresionó, un secreto que estaba contando en público por causa de todo lo que se estaba hablando allí acerca de los dragones. Y debo decir que esto coincide con un montón de culturas en las que uno de estos seres que bajó de las estrellas enseñó cosas fundamentales para que se desarrollaran. En algún punto dijeron que debían irse pero que volverían, por eso en el lago Titicaca existe la expectativa de la llegada de algunos de esos dioses. Esto también me dejo pensando en la relación del dragón con las estrellas”.
Para ciruelo el dragón es un ser evolucionado que espera por nuestra propia evolución: “Está relacionado con lo que ocurre en el cielo —me dice—. Vos fijate que cuando uno, en la noche, mira al cielo… lo único que ve es fuego. Lo único que puede ver son esas estrellitas que nos dicen “soy fuego”. Son estrellas, “encendidas” de alguna manera y el dragón está relacionado con eso. El dragón está muy relacionado con todo lo que viene del espacio”.
Claro que uno piensa muchas veces si es que han existido otras inteligencias complejas en nuestro planeta o si, de hecho, coexisten. Al fin y al cabo los humanos, geológicamente hablando “llevamos cinco minutos en el planeta”, comparados —por dar solo un ejemplo— con los dinosaurios: “Los reptiles gobernaron este mundo mucho más tiempo que nosotros y lograron una evolución que ni siquiera sabemos hasta qué punto llegó, por lo que su legado es un conocimiento reptil. Y podríamos considerar que este planeta es un planeta reptil, es un planeta donde los reptiles hicieron su casa mucho tiempo antes que nosotros los humanos, o sea que hay aquí un conocimiento dragón, que ha evolucionado, probablemente, a otras dimensiones desde las que nos esperan”.
Me quedo pensando, hay mucho por asimilar. Miro otra de las obras de Ciruelo en uno de los libros que tan generoso me ha regalado. Me dejo llevar por esas nubes y esas figuras aladas que dibujan los sueños y por un momento podría jurar que son capaces de escapar del papel y encenderme un cigarrillo, con el bostezo de una tarde de domingo.
Fernando Silva Hildebrandt |