"En Febrero de 2005 yo estaba en Buenos Aires inaugurando
una exposición de mis trabajos en el Palais de
Glace cuando la Fundación Patagonia Arte y Desafío
se puso en contacto conmigo para proponerme un proyecto
verdaderamente maravilloso. De hecho era algo con lo que
yo había soñado desde el primer día
que pinté mi primer Petropicto, allá por
1995, y se trataba de pintar inmensas rocas y paredes
de las propias montañas, creando así Petropictos
gigantes.
La
idea de Jorge Rodríguez, de la fundación,
era crear un parque natural de Petropictos en la Patagonia.
Por supuesto que eso me interesó mucho y al saber
que tenían un potencial sponsor que podría
financiar el proyecto decidí dar el primer paso
sin mas retraso. Entonces me ofrecí a viajar a
la Patagonia para elegir posibles lugares y tener una
idea de la complejidad del trabajo.
El
concepto inicial de Jorge era pintar dragones, aunque
yo pensé que tal vez era una figura extraña
a la naturaleza de la zona. Sin embargo inmediatamente
vino a mi cabeza la imagen de fósiles de antiguas
y misteriosas bestias que habitaron ese territorio: los
dinosaurios, y es que hay un innegable parentesco entre
el dragón y ciertos dinosaurios voladores, ¡
qué otra cosa es un dragón sino un inmenso
reptil volador !.
Por otro lado siempre tuve un interés especial
por las culturas originarias de América y este
proyecto me permitía acercarme más a ese
mundo y relacionar mi arte con el arte milenario de las
pinturas rupestres que se encuentran por toda la Patagonia.
Lo
cierto es que emprendí el viaje al sur con la intención
de descubrir las imágenes que eran propias de esa
tierra y esas culturas. San Martín de los Andes
era mi meta así que tomé un avión
que me llevó al aeropuerto de Bariloche y fue allí,
en la estación de micros, donde tuve mi primer
encuentro con la magia del lugar: en un quiosco ví
un libro* que reunía varias leyendas indígenas
y lo compré. El primer relato que leí hablaba
de la creación del lago Lácar, que es el
lago de San Martín de los Andes, y decía:
<<
Chao, el Dios, vivía en el cielo con su esposa
Kushe y sus hijos. Cierto día los dos hijos mayores
empezaron a cuestionar la autoridad de su padre y entonces
el viejo Chao decidió arrojarlos a la tierra. Al
caer entre las montañas, sus enormes cuerpos hicieron
dos agujeros que al llenarse de agua crearon el lago Lácar
y el lago Lolog. Allí, los hijos de Dios, se convirtieron
en una sola culebra gigante llamada Kai Kai Filu quien,
llena de ira, a menudo batía las aguas con su cola
y sus rojas alas, causando desastres entre la población
de Mapuches y Araucanos que vivían a orillas de
estos lagos. Para mitigar sus efectos devastadores, el
gran Chao creó una serpiente buena que puso a vivir
en el volcán llamado Tren Tren que hay al lado
del Lácar y le dió por misión advertir
y proteger a los hombres de los arrebatos de Kai Kai Filu.>>
Así
me llegó la imagen de la serpiente alada que, como
luego confirmé, es una figura muy importante para
la cultura Mapuche.
O sea que un inesperado dragón salía a recibirme
a las puertas de la Patagonia.
El proyecto del parque de Petropictos fue bautizado con
el nombre de El camino del cóndor por la gente
de la fundación Patagonia Arte y Desafío,
haciendo referencia a la figura mas emblemática
de la mitología Andina y Patagónica."
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Ciruelo

Ciruelo en el lago Lácar, San Martín de
los Andes, provincia de Neuquén. Febrero, 2005.
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fotos de Ciruelo
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